Sombras tenebrosas bailaban al compás de las llamas que iluminaban escasamente las escaleras que daban al último piso de la torre oscura. A medida que iba subiendo, el olor a azufre iba aumentando en intensidad. Nada que Tío Lucho no pudiera soportar comparado con los saunas a los cuales acostumbraba acudir y en donde, muchas veces, las mentes que gobiernan el país concretaban acuerdos que llenaban los bolsillos de pocos y vaciaban los bolsillos de muchos.
Tío Lucho llegó al último peldaño. Había una antigua puerta de madera hecha quizá con el primer árbol que existió. Tosca, llena de nudos imposibles, casi con vida propia y casi con todo el polvo del mundo. Estaba junta. Al parecer alguien la había abierto hace poco, puesto que en el piso se veía la huella limpia que deja una puerta al abrirse en un suelo con mucho polvo.
Los sollozos se escuchaban más fuertes que nunca. Era un sonido desquiciante. Un anciano flaco (tanto que el esqueleto casi se le salía) y vestido con harapos, sentado en un rincón, abrazaba sus piernas y con la cabeza hundida entre ellas, lloraba sin consuelo. Mas allá sentado de espaldas a los observadores, alguien con unos tremendos cuernos, fumaba y hacía anillos de humo. Olía a azufre y a tabaco de pipa... un olor muy familiar... demasiado.
— ¿Tienes imaginación?... ¡Me sorprendes! —dijo, poniéndose de pié... medía como tres metros
— Lo que no entiendo es que haces aquí... yo esperaba ver al demonio en persona...
— Y lo estas viendo... SOY EL NUEVO REY DEL MAL... MUAJAJAJAJAJAJAJA!!!!
La risa retumbó por toda la torre. El anciano se tapó los oídos y enloqueció más aún... Tío Lucho permaneció impávido, inmóvil, con cara de “nada”
— Ahora que tengo el poder ni tus sobrinos ni tu podrán detenerme. Seré el amo del universo y tu estarás aquí para verlo todo... claro si no te molesta... —dicho esto lanzó un blanco rayo hacia nuestro querido Tío, congelándolo instantáneamente. Tío Lucho no hizo nada por evitar el rayo.
El anciano observó horrorizado el espectáculo y gritó.... —¡cállate! Demonio de pacotilla, no eres nada sin estos cuernos ¿verdad? ¿los quieres? Muajajajaja... debiste haberlo pensado mucho antes de pasármelos... tu y tus ataques de conciencia... un demonio con conciencia... jajajaja... es absurdo!!!
— ¡Hola de nuevo tarado! —una sombra rápida como una liebre asustada saltó sobre la cabeza de tenebrios... intentando arrancarle los cuernos... —Los villanos como tu siempre cometen el mismo error... hablan demasiado...
— ¡no entiendo... te acabo de destruir!
—destruiste solo una imagen imbécil... estabas tan ocupado en tu discursillo que no te diste cuenta cuando generé una imagen de mi mismo...
El Tío solo atinó a asirse de los cuernos y ser arrastrado por la fuerza descomunal del demonio. El maligno doctor lo lanzó hacia arriba y lo atrapó con un escudo mental. Ahora no perdió el tiempo con discursos. Lo arrojó contra los pilares uno por uno hasta acabar en la pared de la habitación... el techo se derrumbó sobre el Tío. Arriba el cielo del infierno se revolvía furioso...
—¡Muere maldito! ¡Muere de una vez por todas!...
Pasaron uno segundos... luego otros más... luego una eternidad...
Tenebrios tomó al anciano en el aire... —no cometeré los mismos errores. Me aseguraré que tú mueras también... ahora...
Una roca del derrumbe comenzó a moverse... luego otra... una mano buscaba apoyo... Tío Lucho comenzó a emerger... furioso por cierto...
Se levantó... se sacudió el polvo... su guayabera se había rasgado... nadie... absolutamente nadie... tocaba sus guayaberas
—Rompiste mi guayabera... —musitó
Luego Tío Lucho dirigió la mirada al anciano. Tomó los cuernos que tenía en la mano y se los encajó en la cabeza nuevamente... como siempre debió haber sido. El anciano se estremeció y se transformó en el demonio que todos conocemos... “el gran coliflecha”.
Tío Lucho sonrió —de nada ‘mijo... ahora vuelva a sus labores... y pa’ la otra no ande prestando sus cachos a nadie...
—Es que usted no sabe lo estresante que es trabajar en esto por toda la eternidad...
—No sea lacho e’ la zunca po’ mijo, quela coja se le enoja... tome vacaciones... tiene derecho a tres semanas al año... o no sabía?
—¡No esté embromando! ¿es posible eso?
—Chita mijo... y yo pensé que aquí se había inventado el sindicalismo...
El orden volvió al universo y a la tierra por supuesto... y por unas tres semanas todo estuvo tranquilo, como si el diablo se hubiera tomado vacaciones...
Tío Lucho llamó a Mel, el cual tuvo que tragarse sus palabras y devolver al Tío no a la oficina, sino que a la fiesta de la pampilla que estaba en su apogeo...
...Hay rumores que le vieron atinando con la reina de la pampilla Yamna... Yamna Globos... pero todos sabemos que a Tío Lucho le carga la farándula... aunque, quien sabe...
Salú!!!